¿Buscas el ahorro, pero aun teniendo ingresos suficientes no puedes? Puede que la clave esté en que no gestiones de manera adecuada tus finanzas personales, y eso empieza por algo tan básico como una buena elaboración de un presupuesto.
Es importante tener claro que, salvo en economías que están atravesando problemas graves de subsistencia, el ahorro debería ser parte de cualquier tipo de economía familiar. El ahorro es importante tanto en grandes cantidades como cantidades simbólicas.
Y esta importancia viene dada no tanto por la cantidad que se logra en un momento determinado ahorrar, sino por cultivar el hábito del ahorro que es la base de la educación financiera y, también, del éxito en el ahorro futuro en momentos mejores de la economía doméstica.
Dicho esto, vamos a tratar de entender porque es tan importante la figura del presupuesto a la hora de poder conseguir ahorrar.
¿Por qué no puedo ahorrar?
Obviamente hay situaciones en las que el ahorro es simplemente imposible. Una economía de subsistencia en la que los ingresos no son suficientes prácticamente ni para las cuestiones elementales como techo y alimentación, difícilmente va a poder ahorrar.
Sin embargo, se da en muchas ocasiones que, en una relación relativamente equilibrada entre ingresos y gastos, el ahorro parece imposible, y, peor aún, se genera cierto descontrol en la economía personal que hace que se tenga una sensación muy negativa respecto a la relación entre ingresos y gastos.
En estos casos es muy frecuente que, o bien no se esté utilizando un presupuesto, o se esté utilizando mal.
Un presupuesto es la herramienta básica para la gestión y control de cualquier tipo de finanzas. Pensemos por un momento de imaginemos una empresa en la que no existe un presupuesto con control de gastos e ingresos. Es imposible. Simplemente no funcionaría, o lo haría de manera absolutamente ineficaz.
Pues del mismo modo debemos visualizar las cuentas domésticas. Sin un presupuesto que ejerza de dinamizador del control entre gastos e ingresos difícilmente vamos a lograr un equilibrio en los mismos. Y esto derivará en que, generalmente, gastaremos más de lo que necesitamos y ahorraremos poco o nada.
Cómo hacer un buen presupuesto para ahorrar
Para elaborar un buen presupuesto, que luego nos permitan ahorrar, debemos atravesar tres fases que concluirán en la plasmación de un documento que, es muy recomendable, se haga de manera física (aunque obviamente las herramientas digitales también sirven)
La primera fase será la de determinación de los gastos. En esta fase es necesario desglosar 1 × 1 todos los gastos comenzando por los gastos imprescindibles (vivienda, alimentación, salud, etc.) continuando por los gastos secundarios (transporte, servicios, ocio) y, muy importante, terminando con los gastos hormiga o pequeños gastos a los que a veces no concedemos importancia pero que son relevantes.
Durante la segunda fase contrastaremos nuestros ingresos con el desglose de gastos. En este caso lo que haremos será valorar cuál es la relación entre todo lo que gastamos y lo que ingresamos. Es probablemente aquí cuando empezamos a ver el desfase que generamos entre uno y otro y las principales áreas sobre las que podemos incidir para rebajar el gasto.
La última fase es la de aplicación de la rebaja en el gasto. Aquí debemos volver a revisar todas las áreas de gasto, pero esta vez lo haremos de manera inversa. Analizaremos primero los gastos hormiga o prescindibles y veremos cuánto dinero es posible recortar ahí. Posteriormente revisaremos los gastos secundarios y también veremos las posibilidades de recorte, usar transporte público, revisando estos contratos de suministros, etc.
En general, los gastos principales, aunque también deben revisarse, buscan en todo caso una optimización, por ejemplo, cómo mejorar el gasto en alimentación sin perder la calidad, si el gasto en vivienda es el adecuado para los ingresos que tenemos o no, etc.
Es a partir de estos recortes cuando vamos a poder observar una cantidad estable de dinero sobrante. De esa cantidad, podemos destinar una parte a gasto consumo, y otra parte directamente al ahorro.